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💠 ShinobiRP Opening Season ll 💠

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Bosque Shima

Shidden corrió entre los bosques de Shima no Kazán a una gran velocidad para digerirse hacia el muelle y asi encontrarse con el barco para partir a konoha rápidamente, flexionó las piernas para saltar de árbol en árbol poniendo un pie sobre otro mientras que a 3 metros de distancia se podía observar el mar de Shima no Kazán acercándose cada vez más, dió un pequeño salto al suelo y seguió corriendo llegando justamente al pequeño barco, lo  empujó hacia el mar mientras entraba al Bote, soltó la vela para que con el viento se impulsara más rápido mientras se respaldaba utilizando su naturaleza de chakra en el barco se lo observaba pensativo.

- " (Tosen sensei aguante pronto llegare a konohagure no sato para informarle al hokage sama sobre la situación) "

Sentado aun sobre el barco sintió el penetrante frío que desprendía la isla y el viento soplar las nubes. Mientras pasaban las horas y el día se hacia de noche y correr del Viento se hacia frío  como el hielo la luna iluminaba el camino y las aves volaban sobre el mar el cual mientras se quedaba dormido un par de horas entre aquella y fría noche sentía como el barco chocaba contra tierra firme, lo cual lo hacía despertar de inmediato al notar árboles y un gran camino notaria que estaría cerca de konohagure no sato, una vez ya casi llegaba a la entrada principal de Konoha deteniendo su andar exhausto, caminó cruzando el fuerte saludando a los guardias con muy poco aliento.

Mientras se adentraba a la aldea de konoha caminaba a paso lento mientras sudaba se dirigía hacia la oficina del hokage-sama caminando por toda la aldea pudiéndose observar el enorme edificio del hokage

-"Al fin e llegado"  - Suspiró-

Sin perder tiempo y con prisa entró en la oficina del hokage deteniendose justo en frente de él extremadamente exahusto.

Aquel Uchiha se encontraba en su oficina como de costumbre, reviaando algunos datos y archivos de solicitudes de un tratado de paz, alianza con una pequeño pueblo que quedaba cerca de konoha pues ultimamente habian sido atacados por ninjas jounin de la aldea. Mientras este se encontraba sentado en su sillón investigando aquel caso escucha como unos pasos se acercan por el pasillo fuera de su oficina esperando ya la llegada de alguien.. Al ver aquel  sujeto que habia abrido la puerta para mirarlo y hablarle sabia quien era.

Maxter: He.. hola shidden. ¿Alguna noticia que debas compartir? Espero que así sea.. tengo mucho en que pensar.

Dice este mientras lo mira frívolamente. Despues de unos segundos al escuchar lo que aquel joven shinobi le decia el uchiha abre los ojos y arqueando ceja derecha.

Shidden: "Hokage-sama vengo de Shima no Kazán con cierta información.. nos encontramos con 2 ninja de sunagakure una posee el elemento de arena y otro ninja que era como su compañero no sabemos si son enemigos o turistas pero son de sunagakure por lo visto y se encuentra en Shima no Kazán tosen sensei encuentra allí luchando y me envió aquí para reportarle la situación dada el lucho para hacerme ganar tiempo y venir aquí a informarle"

Maxter: Con que Shima no Kazan..Ha de estar cambiado ese lugar y no es una isla para que cualquier shinobi esté merodeando por ahi  alegremente..no es cualquier odisea. En cuanto a Sunagakure no son nuestros enemigos, como tampoco son nuestros amigos, no es necesario formar tanto alboroto.. y ¿contra quien está peleando tosen?

Shidden: "Tosen sensei se encuentra en aquella isla luchando contra una ninja de sunagakure y otro sujeto que la acompaña nose que están tramando o que hacen en esa isla pero tosen me dijo que viniera acá hasta usted para darle está información con toda la prisa"

Decía aquellas palabras con un tono de voz normalmente dirigiendo mi mirada hacia la de él esperando respuesta sobre aquella información dada.

Shidden:(Umm que pensara el kage)

Maxter: Parecia ser una situación de urgencia al escuchar la situación de Shima no Kazan, aparte se preguntaria quien habria estado al mando de la guarida akatsuki ya que tenia tiempo sin ir pero a su vez sabia que akatsuki era aliado de konoha..

Maxter: No te preocupes por Tösen Shidden, me da la sensación de que regresará en buen estado. En cuanto a tí, descansa no salgas nuevamente. Ya puedes retirarte.

Shidden tenía sus manos en los bolsillos frente a una distancia corta del Kage, viendolo fijamente mientras analizaba la ordenanza de su superior.

"Hai Hokage Sama, me retiraré cualquier cosa mándame a buscar con algún jounin de la aldea con su permiso me retiro"

Tras  aquellas palabras se inclinó delante de él y se puso firme nuevamente dándose la vuelta para retirarse del recinto.

"Umm no me queda mas de otra que esperar,me pregunto cómo estará tosen en estos momentos.. espero que regrese completo de allá"

Shiden se dirigió a descansar por un buen rato durante la noche luego de su largo viaje através del mar.

Linea costera de Konoha, 09:00 AM.[]

Costa konoha

Era la mañana de un sábado, el clima en las costas de Konoha era muy agradable, los pájaros sobrevolaban el lugar y cantaban ahogando su sonido con la danza de las hojas proveniente de la amplia fauna ubicada a lo largo de toda la costa, el cielo se encontraba con poca nubosidad y una temperatura aproximada a los 29°. Se podía observar un cuerpo arrastrandose a la orilla lentamente empujado por la marea empujado lentamente por el oleaje hacia la linea costera de Konoha.

Tosencosta

Se tratata de Tösen, quien tuvo que regresar por sus propios medios desde Shima no Kazan, fue dejado a la deriva por una Kunoichi de Sunagakure con quien se había cruzado en la ísla volcánica, al parecer no se dieron una buena impresión y las cosas no terminaron muy bien aunque éste trato de salvarle el pellejo ante un ataque explosivo por parte de Hakury Uchiha, aparentemente la Lider Akatsuki a cargo por el momento, se lo veía con un desgaste físico notable al borde de colapsar.

- Vaya

[...]

- Al fin he llegado a tierra firme ...    Creí que no lo lograría... apenas tengo fuerza para moverme

[...]

- Me muero de hambre, la vida del marinero no es nada sencilla.. no me acostumbraría..

Tösen balbuseaba mientras quedaba reposado sobre la arena mojada, con algo de dificultad este se puso de pie y comenzó a caminar con la mano izquierda puesta en su vientre, el cual le gruñia con bastante fastidio.

- Muero por un buen plato de fideos

[...]

- (¿Quien está ahí?)"

Tösen entrecerro los ojos observando una silueta a los pocos metros, la cual veía difuminada por su desgaste y no lograba reconocer en absoluto, llevó su mano izquierda y la coloco como  si fuese un toldo a la altura de sus cejas, a lo cual exclamó. 

- Oeee!!

[...]

- ¡¡Por aquí!!"

En ese preciso instante un escalofrío recorrio la columna vertebral de Tösen, provocando que éste se encoga de hombros y caiga arrodillado en la arena, con su cabeza gacha observando el suelo

- ¡¿N...Nani..¡?

Una gota de sudor recorrió su frente deslizandose  por el lado de la cuenca de su ojo derecho, su visión comenzó a verse nublada intermitentemente

- Esta

[...]

- Esta sensación.. ¿acaso?..

Tösen elevó lentamente su cabeza para observar al frente, para su sorpresa el clima abruptamente se tornó nublado, como si en cualquier momento se desatáse una tormenta, entonces lo vió a pocos metros de él.

Fukuroappears

- ¿Así que fuiste a dar un paseo, Tösen.. ?

[...]

- Me imagino que todo el continente rumorea sobre  la muerte del Lider Akatsuki...

- Por eso es que tanta gente va a molestar por esos lares...

- Karazu no está muerto, Tösen...

- Karazu vendrá pronto...

- El auténtico, el despiadado.. 

- Las cosas pronto se tornarán muy oscuras..  habrá muchas lágrimas.. angustia.. tristeza.. impotencia, rabia.. odio.. será un hermoso mar de emociones bañado en sangre.. estoy ansioso de verlo

[...]

- Aún asi, hay muchas cosas sin ser descubiertas en Shima no Kazán, podría ser divertido..

- Nos volveremos a ver..  Tösen..

Aquella figura comenzó a desintegrarse hasta quedar completamente pulverizado, el ambiente gradualmente volvió a la normalidad como si la escena se tratara de una gran ilusión.

El ímpetu de la prescencia de Fukuro ante un debilitado tösen hizieron que éste finalmente termine de sofocarse quedando pasmado sobre la arena boca abajo mientras las olas pausadamente mojaban la mitad de su cuerpo. 

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La voz femenina de una Kunoichi en un tono justificativo narraba los echos ocurridos en un tramo de tiempo, en alguna parte del continente;[]

La pesadilla era cada vez más frecuente, el viejo Nozato me gritaba haciéndome esforzar cada vez más, mi cuerpo aguantaba pero mi ser no podía soportarlo más.

-¡Ramara! pequeña rata ponte de pie, anda. Eres tan débil, eres una vergüenza para tu clan; por eso asesinaron a tu padre al saber que vendrías a este mundo, pedazo de escoria.-

Desperté empapada en sudor, mi cuerpo temblaba y mi corazón parecía salir de la cavidad torácica, me incorporé rápidamente al darme cuenta de un hombre que desaparecía entre los rayos del sol que se colaban por la guarda de la puerta. Había pasado toda la noche practicando el jutsu de la cobra, sabía que era bueno pero no podría estar en paz hasta que fuera perfecto, tal y como Nozato me obligaba a hacer mi entrenamiento. Salí de la vieja choza de la playa y Sir Lucas, mi gato, me ronroneaba inquieto al percibir nuevamente aquella presencia, saltando sobre mí alcanzando a marcar mi rostro con las garras; nervioso me mostraba sus pequeños y afilados colmillos al bufar con temor. Cogí una de mis dagas y recogiendo mi ropa me dispuse a ir tras él. 

Mis pies se hundían en la arena de la costa, el clima templado era agradable para mí al no llevar el uniforme Anbu, el sonido de las gaviotas me distraía de la maraña que se anidaba en mi cabeza; caminaba despacio sintiendo la calidez de la arena entre los dedos de mis pies cuando de pronto, escuche el chillido de lo que parecía ser un animal.

Un cerdo pervertido tenía a una pequeña, conforme me acercaba me di cuenta que era aquella que días antes había escapado de mi jutsu, sus manos asquerosas recorrían su infantil cuerpo con maldad; un segundo hombre los observaba tocando su entrepierna, sonreía excitado y babeaba entre los más asquerosos y retorcidos pensamientos hasta provocarle una erección. Lo miré con asco y repudio chasqueando los dedos y haciendo brotar pequeñas chispas de las yemas. Me ubique tras él sin que me notara, una arcada subió desde mi estómago hasta mi garganta al percibir un aroma a humedad y sexo que se desprendía de la gabardina roída que cubría su escuálido cuerpo; tenía atada una banda sin emblema por lo que asumí que serían desertores ¿qué otro final podrían tener? 

Lo tomé con fuerza por el cuello desde su espalda, la energía de mis dedos fue recorriendo su cuerpo tensando todos sus músculos de manera violenta y silenciosa, el cerdo tenía su miembro en la mano castigándolo con placer, la tensión lo hizo mantener la erección de una manera inesperada. Deslicé la daga sacándola por los vendajes de una de mis muñecas cortando lentamente la piel de su ingle derecha sobre la ropa lacerando la arteria femoral. Debo decir que pude haberlo dejado desangrándose lentamente, pero a veces soy benévola y decidí acabar con él rápidamente cortando de tajo su hombría provocando un borbotón de sangre que lo hizo desvanecerse en pocos minutos. 

El otro cerdo se encontraba encima de la pequeña, eso me llenó de furia y rabia, después de todo se me había escapado y debería ser yo quién terminara con ella y no ese tipo asqueroso. Salté encima de él, montándolo como el cerdo que era mientras mi daga se deslizaba lenta y dolorosamente desde su costado izquierdo de manera ascendente, sentí como perforaba el pulmón y haciendo un movimiento en arco se fue llenando de sangre, el sonido gutural lo delataba. La pequeña huyó gritando el nombre de su molesto hermano al tiempo que el sujeto, caía  al piso retorciéndose llevando sus asquerosas y sucias manos a su pecho, en su rostro se dibujaban cicatrices que con el paso del tiempo habían deformado sus asquerosas facciones.

Estaba muy molesta, a esta hora del día estaba manchada de sangre por lo que me dirigí hacia la playa para limpiar mi cuerpo. Siempre he sabido que llevo una historia en cada una de las cicatrices que adornan mi piel, desde las minúsculas hasta la que atraviesa mi vientre. Entré en el agua despojándome de las finas prendas que me envolvían, las palizas y los golpes que habían marcado mi cuerpo hacía años, ahora eran efímeros recuerdos que se lavaban con la espuma del mar, los del alma se quedaban ahí, encumbrados en lo más oculto de mi corazón, allá, dónde no había cabida  para sentimientos puros; dónde los sentimientos eran ajenos a la empatía y se habían extinguido en mi roído ser. 

La brisa descansaba en mis largas pestañas y el agua que chocaba con las rocas de la costa bañaba mi tersa piel. Mis largos dedos acariciaban con cuidado mi cuerpo desnudo que brillaba bajo la luz de los rayos matutinos, el viento tornaba en mis suaves mejillas libres de la arena rojiza que la acorazaba diariamente, que con el tiempo había causado pequeños cortes que siempre estaban abiertos provocándome un leve ardor por la sal del agua marina; me recordaba que estaba viva y lo disfrutaba de una manera perversamente masoquista. Tallaba insistentemente mis manos, aquellas que habían sido manchadas tantas veces con sangre.  Mis poros permeaban el paso del líquido salado sobre mi piel. Cerrando los ojos, cogía un poco de agua enjuagando mis piernas al tiempo que mis finos y rojos cabellos caían ladinos sobre mis senos rosados y turgentes. 

Mis ojos vacíos se abrieron al percibir la presencia de aquel hombre que me había llamado entre sueños en la choza - ~ ¿Quién eres? ~ - pensaba para mí misma cerrando nuevamente los ojos tratando de ubicar con la memoria mi daga, una bandada de gaviotas volaban largas en la distancia, no aflojaban y seguían revolando sobre lo que parecía un cuerpo. 

Cogí mis ropas caminando hasta aquella parte de la costa y lo vi ahí, boca abajo. Su cuerpo se encontraba ensangrentado, sus ropas oscuras desgastadas dejaban ver parte de sus musculosas piernas; su espalda ancha dejaba ver señales de lucha reciente.  Me puse de rodillas junto a él volteándolo con cuidado para evitar que se ahogara apoyando su cabeza en mis muslos desnudos. Me di cuenta de que había perdido la mano izquierda en lo que mis dedos delineaban sus facciones con suavidad, su rostro era tan apacible y sereno que no pude evitar sentir paz, aquel sentimiento que hacía años no conciliaba y este sujeto me brindaba en cuestión de segundos. Los rayos del sol iluminaban sus oscuros y largos cabellos que ocultaban su hermoso rostro, los acomodé tras su oreja esperando que reaccionara, mi pecho se apretujó cuando me di cuenta de que era él. Tösen, el monje y sensei tan respetado de Konoha. 



Había escuchado muchas historias sobre él y su trágico pasado, alguna vez me sentí identificada, después de todo ambos habíamos pasado por pérdidas irremplazables. Estaba ahora a merced de mis manos y mi voluntad, podía hacer con él lo que quisiera. Cogí mi daga y la lleve despacio hasta su pecho, la apoyé contra la carne moviendo una de mis piernas para pasarla por su axila atrapando con ella su brazo izquierdo aprovechando la perdida de la mano, al mismo tiempo con mi brazo diestro lo sujetaba por el cuello y hundí lentamente la punta en su piel sujetándolo con fuerza con la pierna. Abrió los ojos al sentir la punzada intentando detenerme con su brazo libre. Su cuerpo empezó a irradiar una luz muy tenue, sonreí ligeramente al darme cuenta de su voluntad, mordí el lóbulo de su oreja ronroneando como un felino y restregando mi nariz contra su mejilla notando como la piel de su cuello se erizaba – Tranquilo… no tardaré mucho - le dije empujando con fuerza la daga y sacando un trozo de metal que se había incrustado en su carne. Tome un trozo de su túnica para hacer un torniquete improvisado y evitar la pérdida de más sangre.

El camino hasta la aldea fue difícil, el molesto monje era pesado y me exponía a cualquier ataque dejándonos vulnerables a ambos al tener que llevarlo casi arrastrando. De vez en cuando me detenía a revisar que nadie nos siguiera, limpiaba su rostro con los dedos quitándole el sudor y la sangre seca que se acumulaba por sus heridas. Sus ojos se abrían esporádicamente mostrándose a veces tan azules como el cielo y otras veces tan terrosos como el suelo en el que andábamos. Me parecía fascinante y al mismo tiempo tan desagradable tener que tocarlo. 

Atravesamos el parque de Konoha,  en el fondo del mismo se encontraba su choza lejos del bullicio de la gente y las miradas curiosas.  Era sumamente ordenada, había una serie de pergaminos que se acomodaban por tamaño y rubro y una pulcritud envidiable. Con dificultad pude acomodarlo en su cama, cambie el vendaje de su pecho y coloque uno en su mano. Pude observar el torno de sus músculos al desnudarlo para poder limpiar su cuerpo de la sangre seca, mi castidad se ruborizaba al apreciar sus dotes masculinas que grosas reposaban sobre la cama. Me quedé observándolo por largo tiempo, atenta a los temblores por el dolor que la herida del pecho le causaba, mezcle un poco de zake con algunas hierbas que encontré en su choza logrando estabilizarlo, las viejas enseñanzas en herbolaria de mi abuela por fin habían servido. 

Estaba exhausta y llena de suciedad, el sudor de mi cuerpo dejaba ver mis formas femeninas a través de la tela vaporosa que llevaba. Tomé un trago de ron derramando un poco por la comisura de mis labios, era fuerte y no acostumbraba a beber alcohol por lo que un ataque de tos me hizo soltar el vaso rompiéndolo en pedazos. 

-Más vale que recojas eso…- me dijo una voz serena que salía de aquel que se incorporaba lentamente sobre la cama dejando caer las sabanas y quedando desnudo frente a mí. Me ruboricé tanto que salí apresurada de la choza tirando lo que a mi paso estaba, ningún entrenamiento jamás me habría preparado para esto, podía lidiar con algún barbaján o una horda de animales hambrientos sin problema, pero no con esto. 

Desde ese día, aquel par de ojos marrones se quedaron clavados en mi mente.

Ramara

 

" -Más vale que recojas eso…- "

le dijo una voz serena que salía de aquel que se incorporaba lentamente sobre la cama dejando caer las sabanas y quedando desnudo frente a mí. Me ruboricé tanto que salí apresurada de la choza tirando lo que a mi paso estaba, ningún entrenamiento jamás me habría preparado para esto, podía lidiar con algún barbaján o una hora de animales hambrientos sin problema, pero no con esto. 

Desde ese día, aquel par de ojos marrones se quedaron clavados en mi mente.

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